México tiene cancer. Ha desarrollado células anormales que se dividen, crecen y se diseminan sin control. Desde que tengo memoria, nuestra sociedad padece de tumores que se manifiestan en feminicidios, abusos sexuales, violencia de género, machismo, acoso, impunidad.

Como muchos cánceres, lo que padece nuestro México es curable. Algo que caracteriza a todos los pacientes con cáncer que sobreviven esta enfermedad es que luchan y buscan curarse. Desean seguir viviendo. Como mexicana creo que el cancer que vive nuestra sociedad prospera porque no hemos luchado suficiente, exigido suficiente, denunciado suficiente, concientizado suficiente, a pesar de que a todos nos ha dolido más que suficiente. Cargamos con un dolor del corazón que no deja dormir, debilita hasta el espíritu y nos hace sentir esa impotencia que desgarra el alma.

“Siento que es incongruente”

“Me da coraje”

“Estoy a favor del cambio, pero no del movimiento”

“Pero, ¿qué vamos a lograr?”

“Ojalá no se haga un relajo…”

“No estoy de acuerdo con las Brujas del Mar, feministas que iniciaron el movimiento de la marcha.”

“Hay mucha controversia”

“Y nosotros las mamás con los niños en la casa qué culpa tenememos…”

“No va a servir de nada”

“Es una perdida de tiempo”

“Y ¿qué le digo a mi muchacha?”

“Yo nunca he estado a favor de las marchas”.

“Muchas empresas no se han sumado”

“Me van a correr si no voy, ya me dijeron”

“La gente seguro se va a ir de puente”

“No sé si va a cambiar algo”

“No sé si es la manera”

“No sé si es la manera.”

“No sé si es la manera”

Todo esto lo he escuchado o leído en las últimas semanas, muchas veces  de mujeres cercanas a mi. No sabemos si es la manera, así es. No sabemos si marchar pacíficamente o parar va a servir de algo.

Yo pienso que sí.

Estoy segura que si estas leyendo esto sientes indignación y hartazgo, como yo, de la discriminación e indiferencia por las leyes y políticas publicas en nuestro país. También, tienes el corazón desgarrado por tantos feminicidios (los que conocemos), por la violencia que aumenta en lugar de disminuir, y aún así, tienes dudas en salir a marchar o del impacto que tendrá parar por 1 día.

¿Será que carecemos de esperanza? Necesitamos un cambio y sin embargo he notado que nos paraliza el análisis de lo que llamamos un movimiento; lamentablemente no es solo un movimiento, es una realidad. Una realidad en la que todos tenemos que sumar nuestros esfuerzos para defender los derechos fundamentales de todas las mujeres y niñas de México.

Necesitamos salir de nuestra zona de comfort no solo marchando el 8 y parando el 9 de marzo, sino luchando por la inclusión, en contra de la desigualdad, por terminar con la brecha salarial, por exigir como ciudadanos que se resguarden nuestros derechos. De callar comentarios micro-machistas y modificar nuestro propio lenguaje e ideas de lo que debe y puede hacer una mujer y como nos tenemos que ver.

“La marcha y el paro no van a cambiar nada”, dicen, y coincido totalmente. No va a cambiar nada mientras no hagamos nada. No digamos nada. No solo demandemos cambios sino los generemos y trabajemos por ellos. 

Cuando escucho, “ese movimiento no me representa”, o “me da coraje que no va a tener mucho impacto”, cuánto quisiera que nos diera más coraje lo que nos están haciendo. Nos están matando. Nos están violando, y lo que no estamos entendiendo es que manifestarnos en paz, no es en contra de los hombres, no es agresivo, no es un mensaje al presidente, va mucho más allá.

Me han preguntado porque me preocupo tanto si no estoy viviendo en México, me dijeron hace poco que yo no entiendo el miedo a los feminicidios porque no tengo hijas. No me desgasto respondiendo lo obvio: que soy mujer y por eso me duele todo lo que nos pase a las mujeres, siempre. Y que lo mexicano no se quita cuando te mudas a otro país, lo traemos impregnado en los poros, más bien, simplemente respondo diciendo que me importa porque soy un ser humano, y el dolor y las injusticias de otro ser vivo es mi dolor también.

La fuerza y el poder del colectivo es evidente. En 2006 me tocó cubrir las marchas de inmigrantes latinos en Washington, DC cuando trabajé en Telemundo. Ese año se llevo a cabo la Gran Marcha en varias ciudades de Estados Unidos y recuerdo recorrer como periodista las calles de la ciudad viendo todos los comercios cerrados. Se palpaba un gran vacío y se logró tener el impacto económico deseado por la ausencia de tantos inmigrantes faltando a su trabajo y marchando en el Capitolio pacíficamente. Los inmigrantes siguen luchando todos los días por exigir sus derechos, tal vez esa marcha y ese paro no les concedieron todo lo que buscaban, pero es un claro ejemplo de que la lucha es constante, de que cambiar la historia y curar el cancer que hemos tolerado como sociedad no será cuestión de 24 horas ni de magia. Si tomamos las riendas de nuestra participación en la sociedad en la que vivimos, sumamos esfuerzos y hacemos visible la indignación a tantas injusticias, juntos podemos cambiar la historia.

Por eso la marcha del #8  es tan importante. Porque no hay cancer que no se combata sin tratarlo, sin una gran lucha y con eterna esperanza. Sin una mentalidad de que las cosas sí pueden cambiar y tenemos que empezar a hacerlo juntos YA porque es la única manera de generar cambios.

No necesitas empezar una ONG o un mega proyecto. Haz algo. Escribe algo. Invita a alguien a sumarse. Asiste a algo. Mañana ve a marchar. El lunes, para.

El #9 nadie se mueve es muy significativo; porque si no vas, si no estas, si no participas como siempre lo haces, vas a hacer falta. Así como faltan Ingrid, Abril y Fátima y tantas y tantas mujeres y niñas que recordamos siempre y que por sus voces apagadas hablamos las que todavía podemos. Por ellas, por nosotras, por todas las que hoy no pueden marchar. Juntas, en paz, rompamos el círculo de violencia de genero para crear un México más seguro.

Te comparto este articulo con tips para prepararte si es la primera vez que asistes a una marcha feminista: malvestida.com 

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