Cuando no te toca, no te toca

by | Sep 3, 2021 | A mis treintaytantos | 1 comment

Le dio un infarto. Fue lo primero que me pasó por la mente. ¿Lo mordió un tiburón? ¿Se murió? ¿Se me murió? No, no no, no puede ser, seguro solo se desmayó, pensaba mientras corría a mi máxima velocidad por la orilla del mar cual salvavidas de Baywatch (sin el bronceado, el traje de baño rojo y las boobs).

Pavor y nervio sentía cuando de repente dudé si estaba entrando en un ataque de pánico o la hiperventilación era por haber acelerado mi corazón de 0 a 100 en cuestión de segundos. Esto después de que llegó un amabilísimo señor a preguntar a mi palapa en la playa: Is someone here named Ana?

Era junio del 2019 y justo un día antes habíamos llegado a La Isla del Padre, Tx. de vacaciones. Íbamos 3 familias: 6 adultos y 7 niños con la intención de disfrutar 5 días en el mar, la alberca y relajarnos.

Un mes antes del viaje, le platiqué a mi hijo mayor que habíamos armado un plan con amigos y que la íbamos a pasar padrísimo en La Isla. Para mi sorpresa, en lugar de ver una sonrisa dibujarse en su rostro, muy serio me dijo: “Pero no quiero que mi papá se vaya a pescar al mar mamá”. Cabe mencionar que dos veranos antes Ricardo había visto a su papá pescar desde la segunda playa (como a unos 10 metros mar adentro) y esto lo había puesto muy nervioso. Nunca pensé que se acordaría, y menos que me lo advirtiera. Así qué, cuando me lo dijo, lo abracé y le aseguré , “No te preocupes mi amor, todo va a estar muy bien”. Honestamente recuerdo estar riéndome un poco mientras lo abrazaba y pensar, wow que se acuerda y que es lo primero que me esta diciendo.

Volviendo a mi corrida de 800 metros o 1,500 sin relevos en la playa, evidentemente ya no me estaba dando nada de risa y las cosas no estaban bien. “Your husband collapsed” fue lo que escuché minutos después de que por fin me senté a descansar y abría una cervecita. Me paré (más bien brinqué de la silla), y con una intensa mirada (porque no me salieron las palabras) le rogué a mi amiga que cuidará a mis hijos como si fueran suyos porque estaban jugando a la orilla del mar y todos sabemos que para los niños, el mar es muy peligroso. Pues resulta que para los adultos también.

Segundos después, mientras avanzaba en la dirección señalada por el buen samaritano pensé, probablemente se estaba ahogando, Diosito por favor por favor que esté bien. Al percatarme de que mi falta de condición física iba a hacer que me desmayara y no pudiera llegar a ver qué le había pasado a mi esposo, bajé la velocidad  lo que me permitió observar con mayor claridad a lo lejos a un bulto en la arena, parecía ser un hombre boca abajo rodeado de algunas personas.

5 hoteles a lado de dónde nos estábamos quedando ahí estaba, era el. No vi su caña de pescar, ni sus lentes o gorra. Estaba ahí, ojos cerrados, cabeza de lado, brazos y piernas como si fueran de hule, acomodados sin fuerza y cero intención o posibilidad de moverse. Llegué salpicando arena y eufórica me agaché a tocarle la cara ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Qué pasó? Lo que parecía un costal de papás agarró fuerzas para decirme “Tranquila, cálmate Ani.” Escuchar esto automáticamente me calmó porque uno: lo escuché hablar y reconocerme, y dos: aunque no abría los ojos ni se podía mover, aún le molestaba verme acelerada y lo que el llama reaccionando de más.  “Me estaba ahogando y no podía salir” me dijo con un tono de voz sumamente bajo.  Ves, esta vez no estoy reaccionando de más cabrón, quería decirle, pero mejor volteé y pregunté si alguien me prestaba un celular para hablar al 911 (no tenía idea de qué se hace en esos casos y cómo le iba a hacer para que se levantara) Ya viene para acá, me informaron. Sentí la frente de mi marido ardiendo así que empecé a pedir agua muy acelerada cuando llegó una señora y comenzó a echarle agua en los pies y manos mientras le daba masajito. Me di cuenta de que le hablaba como si fuera un niño y ella una enfermera o su mamá; después supe que para mi esposo eso fue la mejor sensación después de haber estado nadando lo que calculamos más de 20 minutos contra corriente, para él una eternidad.

Llegó la ambulancia a la playa y lo cargaron entre dos para subirlo. Un amigo, que me alcanzó cuando me vio salir corriendo, se fue con él y yo regresé a nuestra palapa por mi celular y a ver a mis hijos. Trotaba de regreso bajo el sol debatiendo si decir la verdad o inventarle algo a los niños. Finalmente, mentí. Les dije que iba a ir a saludar a una amiga que estaba cerca y que su papá se había quedado ahí, que pronto regresábamos. Una parte de mi quería decirle la verdad a mi hijo de 6 y el otro de 4. Su papá casi se ahoga, no paso a mayores, esta bien, ahorita vengo. Pero acordamos entre mis amigas y  yo, que no había necesidad de preocuparlos y que ellas se harían cargo. Pasó una ambulancia por mi a la playa y me fugué a escondidas.

Revisaron los signos vitales de mi marido, sus pulmones y después de tenerlo en observación por un par de horas nos llevaron al departamento. Me dolía verlo así, agotado y desconcertado, su semblante era nuevo para mi, estoy segura que el mío era nuevo para el también. Sentí tanto miedo de perderlo e incertidumbre por un momento que creo que es uno de esos breves instantes en la vida que envejeces inmediatamente. Para mi fortuna, ese mismo instante fue de esos que agradeces infinitamente.

La catarsis la vivimos juntos, abrazados y llorando. No sé qué fue pero hasta hoy (verano 2021) escribo esto, me tomó tres años digerirlo y aún no sé si voy a compartirlo. Este es mi lado de la historia de aquel día que no le tocaba a mi marido morir ahogado, pues después de intentar muchísimas formas que se le ocurrían de llegar a la orilla, descansando a ratos y sobrellevando el extremo cansancio, logró salir de la corriente de resaca en la que estaba atrapado. Al momento de pisar la arena se desvaneció por completo.  Este cuento es de la realidad que viví yo, aunque la suya es mucho más interesante, imagínate, ¿qué te pasa por la mente cuando sientes que estas a punto de morir? Que intentaste de todo y que ya no puedes dar más, que a pesar de gritar y de ver gente cerca nadie te escucha ni te ve. Pero, ese relato no es mío por compartir.

Lo que sí puedo decir es que esa mañana él se había ido a pescar sin avisar ni despedirse de nadie. Si digo que no pienso en eso, me engaño a mi misma, porque sí lo he hecho. Pienso en qué hubiera pasado si el agua salada nos lo hubiera arrebatado y si la marea lo hubiera desaparecido para siempre. Me enoja pensar que el mar que amo tanto me hubiera podido causar tanto daño. Sin embargo recordar aquel día irónicamente también me alegra. Me alegra porque me hace valorarlo más, a él, a nosotros como pareja y familia, maravillarme de la fragilidad y fortaleza de nuestro cuerpo, la capacidad de superarnos y el poder inmenso de nuestra mente. Pero sobre todo, esa experiencia me recuerda que estamos aquí por un ratito, así que hay que a disfrutarlo.

Mi esposo estuvo un par de días recuperando fuerzas e hidratándose y después se animó a volver a bajar la playa. Ricardo le pidió que lo acompañará a buscar pescaditos y snorquelear (pues se habían comprado el equipo para hacerlo); me emocioné al verlos entrar juntos al mar y aunque salieron muy rápido (pues todavía le dolía todo a mi marido) estaban felices. Claro que esta vez nos aseguramos de que ya había pasado la marea alta ocasionada por una tormenta en el Golfo de México y que no hubiera corrientes de resaca.

 

 

“Las  corrientes  de  retorno  son  peligrosas  para  los  nadadores,  incluso para  aquellos  que  son  expertos.  Los  salvavidas  de  países  como  Estados Unidos  y  Australia  señalan  que  alrededor  del  80%  de  sus  rescates  se debe  a  personas que  fueron  atrapadas  dentro  de  una  corriente  de retorno   durante   su   visita   a  la   playa.”

 

“Don’t assume! Great weather for the beach does not always mean it’s safe to swim or even play in the shallows. Rip currents often form on calm, sunny days.”

 

Importante!!!! Cuando vayas de viaje, te recomiendo siempre estar a atento de las alertas y señalamientos de seguridad del océano, generalmente esto te lo indicará el hotel en dónde te estés quedando por medio de banderas de colores. Si te quedas en una casa en la playa o en un Airbnb estás páginas te pueden ayudar:

 

En México y otros países de LATAM: https://tablademareas.com

En Estados Unidos: https://www.weather.gov/safety/ripcurrent-forecasts

También te dejo unos recursos que me sirvieron a mi para entender qué es una corriente de resaca y cómo salir de una o prevenir quedarte atrapado en una de ellas.

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