El primer beso homosexual que vi fue a mis 17 años en Barcelona. Me acuerdo perfecto porque estaba con mis amigas caminando por Las Ramblas mientras teníamos nuestro verano de backpackers al viejo continente. Era finales de los noventa cuando vi a dos hombres en sus 20s abrazarse y darse un beso en la boca de la manera más tierna.
Por mi mente pasaron mil cosas.
Recuerdo que sentí: ¡Ay que lindo, una pareja de novios!, segundos después me surgió un torbellino de pensamientos que entraban en conflicto con lo que yo estaba sintiendo. Los identifiqué ajenos, eran ideas que aprendí de pequeña y chocaban con lo que yo estaba sintiendo al ver ese beso. Tomando en cuenta que en mi familia no se hablaba de nada relacionado con la comunidad LGBTQ+, y lo que sabía, lo aprendí socialmente o a través de la religión católica simplemente pensé, “Wow, nunca había visto esto antes”. Seguí mi recorrido concluyendo “En España hay muchos gays, alguien me dijo eso” y ya. Ignorancia total, cositas yo que adjudicaba una preferencia sexual a una zona geográfica.
Evidentemente yo vivía en una burbuja, no existía representación de esta comunidad en los medios de comunicación, ni en nuestros colegios o ambientes cercanos porque nadie se atrevía a ser gay o lesbiana públicamente, o interiormente (tristemente). Sin embargo, recuerdo que ese beso que vi, lo percibí natural, bonito, y al mismo tiempo me sentí rebelde por verlo y aceptarlo.
Durante esos meses sola fuera de casa troné mi burbuja. Mi mente, aun faltándole mucho por abrirse y aprender, ya había reconocido una certeza: Nadie puede decidir por mí a quién puedo o no debo amar. Solo yo decido con quién quiero estar y compartir mis días. Regresé a México y no me cabía duda de que ser nosotros mismos, cómo sea que seamos, es la libertad individual más trascendental.
21 años después fui a ver la película de Buzz Lightyear en la que diversos chats y otras fuentes me habían informado que se veía un beso entre mujeres. Había leído que en Medio Oriente mucha gente estaba furiosa por eso y en los países que la homosexualidad es considerada un crimen, no la iban a exhibir en cines.
Además me había llegado una ADVERTENCIA!!!! por chat con letras rojas. Al parecer la película de Buzz Lightyear no había solo un beso, pero se dignaron a poner toda una vida de pareja, una relación entre dos mujeres en la que se casan, tienen una hija y viven una relación emocional plena. No decía tal cual, pero lo que interpreté de esos textos fue ¿Cómo se atreven a normalizar una relación gay?
Fui a verla con mis hijos y sobrinos porque son fans de Toy Story desde siempre. Entiendo que ese tema en la película no pasa desapercibido para la mayoría de los niños, y creo que está bien. Cuando escucho o leo comentarios de que no era necesario mostrar esa preferencia sexual del personaje pienso todo lo contrario: sí es necesario. Es sumamente necesario mostrar una relación homosexual de pareja, estable, en la que deciden formar una familia, tener un hijo, convivir, porque es una de las formas más nobles de representar una minoría que merece representación y pide a gritos aceptación y derechos.
¿Te ofende que Pixar o Disney incluyan personajes o situaciones LGBTQ+? ¿Por qué? Es solo un retrato de una realidad que ya vivimos. Quisiera decirte, no la veas si no te gusta. Pero no se trata de eso. Creo que es mejor aprovecharlo como oportunidades para entablar conversaciones con nuestros hijos al respecto. Estar a un lado de ellos para ofrecerles nuestros comentarios como sidenote, pero sobre todo preguntarles de lo que vieron. Nos sorprenderá lo hermoso que es darnos cuenta de ellos no tienen estereotipos ni resentimientos de cómo debe de ser el amor. Sencillamente lo aceptan, el amor es amor.
No basta decir: “Yo acepto a los gays peeeeeero… siempre y cuando mi hij@ no sea gay”. “Yo no tengo ningún problema con nadie de la comunidad LGBTQ+ peeeeeeero siento que ya es too much, están en todas las películas y series”. No se vale decir que los aceptamos sin aprobarlos. Que los apoyamos pero solo de la boca para afuera. Por favor hablemos con nuestros hijos sobre el respeto, la igualdad y el gran valor de la diversidad. Me duele decirlo, pero sobre todo en estos tiempos, si no promovemos estos valores, estamos afirmando lo contrario, propagando el odio y la discriminación.
A ustedes queridas amigas, tíos, coaches que comparten mensajes que no favorecen a la comunidad LGBTQ+, no me incluyan por favor. No asumamos que todos pensamos igual en un mismo grupo y tampoco demos por hecho que sabemos por lo que está pasando el otro en nuestro círculo social inmediato. Juzgar es muy fácil, ser empáticos no. Estoy segura que si nos damos la oportunidad de conocer las historias humanas y personales de quienes integran esta comunidad no habría tanta indignación por la película de Buzz Lightyear.
¡Oh she is gay, cool! Dijo tal cual mi hijo de 9 años al ver el beso de la jefa de Buzz Lightyear con su pareja. Estoy segura de que el vio ese acto de amor sin los prejuicios que yo había asimilado a su edad. Seguiré trabajando hacía eso, conmigo y con mis hijos. Espero que tú también.
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La foto de la bandera la tomé en Austin, Tx el verano pasado. Aquí en este link explica por qué se llama Progress Pride Flag del artista Daniel Quasar.
https://www.northwestern.edu/equity/about/initiatives/progress-pride-flag-initiative.html